Disfrute. Esta terraza es para el recuerdo.

Acaudalada en bellezas, prodiga recompensas. Ella se adueña de la bahía, en la que dormita, como un enorme lagarto, la isla y sus misterios. Si mira hacia el fondo, verá que un centinela de granito, la custodia: el Cerro Pan de Azúcar.
¿Sabía UD. que las ballenas la eligen para sus morosos paseos? Desmiéntanos. En una oportunidad, vimos a no menos de veinte golpear el agua con sus altivas aletas. Antaño surcaron ese mismo mar las goletas de la Colonia. Era el reducto propicio para soslayar las iras del océano, millonario en naufragios. Pero, disfrute. Mire el agua aturquesada rayada a menudo por algún cansino velero. Usted está en Virazón, que es el nombre de la brisa que a diario se divierte sobre la corteza del agua y abanica el aire, para placer de muchos.
Pero Virazón es también este Resto - Bar que lo premia con una cocina mediterránea inolvidable.
Cierre los ojos y vuélvalos a abrir.
Los buenos momentos son estrellas fugaces. Brillan con luz propia... pero se apagan pronto. Hay que reverenciarlos.
Héctor G. Solanas