Como usted sabe, antaño las postas eran el descanso de los galerones, las diligencias, los arrieros y también del peregrino y del caminante.

En las postas se hallaba agua fresca, comida y con frecuencia un lugar donde tenderse.
Ha pasado el tiempo y es usted hoy el moderno caminante que valora la majestad del sol y la belleza del mar; que reverbera ante sus ojos como una sortija.
Circunvalar la península, es un emprendimiento no menos saludable, que grato. ¿Por qué no hacer de Virazón su posta? Nuestra terraza conversa con la bahía y allí lo atenderemos con la sola intención de complacerlo.
También como antaño, tenemos agua fresca.
No dejamos que el negocio nos mande. Nos interesa hacer amigos, adictos a la benevolencia del paisaje y a la calidad de nuestras prestaciones. Los frutos del mar llegan aquí en el día, de manos de un pescador de confianza, y de la calidad de nuestra cocina esteña hablará usted.
Una sonrisa siempre lo recibirá en su posta, en su pausa de caminante, en su placer de vivir.
Virazón es usted. Lo esperamos.
Héctor G. Solanas